Ubicada en la planta baja de un edificio de 1920 en una calle residencial de Roma Norte, Ciudad de México, se encuentra Casa Ahorita. En parte galería de diseño y en parte tienda, es una extensión estética y filosófica de su propietaria, Su Wu. Wu, que creció en el norte de California y se instaló en Ciudad de México vía Los Ángeles, tras un breve periodo en Joshua Tree, es comisaria y escritora, pero sobre todo poeta. A través del vocabulario y el discernimiento de la poesía, aborda su trabajo con una noción ampliada del tiempo, una capacidad sensible para ser testigo de la belleza y reunir ideas y objetos de una amplia gama de épocas y fuentes. Explica que “aborda la belleza como una investigación filosófica y no práctica”. Aunque, si te encuentras con Wu, posee una belleza de generosidad, una aguda capacidad para afinar el momento presente y hacer que los que están en su órbita se sientan vistos y para compartir conocimientos sobre los objetos o ideas en los que está pensando en ese momento.
La ética de Wu y la de la Casa se ejemplifica en su título. En una entrevista concedida al Financial Times, Wu explica que “cuando me mudé a México oí hablar mucho de la palabra ahorita y supuse que significaba ‘ahora’. Pronto aprendí que significaba ‘ahora’. Es un ‘ahora’ suave, el ‘todavía no’ o ‘siempre inminente’. Me encanta. Responde a mis inclinaciones naturales”. Es este enfoque elástico del tiempo lo que permite a Wu poner en conversación objetos de diferentes historias y permitir aparentemente una pausa cuando se está en su presencia. Más allá de su papel de coleccionista de objetos bellos, es una recolectora de personas y una pensadora ferozmente amable y colaboradora. Además de Casa Ahorita, ha colaborado en publicaciones como T
Magazine y n+1 y, más recientemente, ha comisariado una serie de exposiciones para MASA, una galería nómada que tiende puentes entre el arte y el diseño coleccionable.
Neta Vere Sat habló con Su Wu sobre sus ideas acerca de la belleza, la ausencia de rutinas y el poder de los objetos para doblar el tiempo.
SU WU: NETA VERE Q&A
Como conservador y coleccionista de objetos, ¿cómo define la belleza?
Escribí esto en un diario hace años y años, antes de ser comisaria, en una fase excepcionalmente angustiosa pero también quizá lo más cerca que estaré nunca de la clarividencia: “No hay una dimensión moral de apoyo al arte o a la belleza, excepto cuando es incómoda o forzada, y creo que eso es lo que hace que la belleza sea liberadora y digna de enfrentarse a ella y como la muerte, excepto que no es divertida”.
¿Qué significaba la belleza para ti cuando crecías? ¿Cómo han cambiado sus ideas sobre la belleza con el paso del tiempo o al vivir en lugares diferentes?
No sé dónde estaría si al crecer no hubiera hecho la distinción de abordar la belleza como una cuestión filosófica y no práctica. Creo que la belleza es más importante que el mal uso que hacemos de ella, que la ponemos al servicio de nuestras angustias y agravios cuando tiene la capacidad de transmitir muchas cosas que, de otro modo, seríamos incapaces de expresar sobre lo que importa. Es lo que más me gusta
de ser comisario y escritor, esta razón para considerar un objeto más allá de si me gusta o no, más allá de pretender elegir.
Lo que me ha llevado a sorprenderme últimamente, a pesar de mi creencia fundacional en el rigor -y todo ese tiempo formativo estudiando filosofía del arte en lugar de historia del arte-, de lo clasicista que me he vuelto. Es decir, traduzco mitologías y me deleito en mis propias susceptibilidades y me siento cómodo haciendo juicios de valor, sobre la sensibilidad y el valor e incluso del gusto, y ya no lo recalco tanto.
¿Qué rutinas personales de belleza y bienestar mantiene y cómo se relacionan con el tiempo? ¿A la historia? ¿Por el ritual?
Soy terrible con los rituales y la rutina: cada día me desconcierta de nuevo. La otra mañana fui a una reunión y me di cuenta de que me había olvidado de cepillarme los dientes, lo que hasta ese momento, hace unas semanas, podría haber contado como cierta parte de mi mantenimiento diario. Pero me encantan los baños, los masajes y las saunas, y supongo que todo esto es una especie de medida del tiempo.
¿Podemos hablar del poder transportador de los objetos? ¿A otra época? ¿Estado emocional? ¿Etc? ¿Cómo pueden los objetos doblar el tiempo?
Tengo la sospecha de que lo que une a ciertas obras de arte y objetos es que no estaban destinados a un público de personas vivas. Lo que quiero decir es que creo que algunos objetos doblan el tiempo no por los recuerdos o estados emocionales que les atribuyamos, sino porque fueron hechos para doblar el tiempo, concebidos por el artista o el fabricante como un intento de trascender lo material y transmitir a través de la inteligencia sensible. Siento que estoy malinterpretando deliberadamente tu pregunta, pero creo que la comunicación especulativa es algo que los objetos pueden hacer, que ninguna otra cosa que yo conozca puede hacer tan bien.